Ser más para servir mejor - Become more to serve better (San Ignacio de Loyola)

Tuesday, November 30, 2010

PRIMER APUNTE SOBRE SIMILITUDES ENTRE LOS PLANTEAMIENTOS DE ENRIQUE DUSSEL Y R. EDWARD FREEMAN SOBRE ÉTICA EN LA GESTIÓN EMPRESARIAL

Sorprendido me he quedado al retomar mi lectura de un "viejo" conocido filósofo argentino, Enrique Dussel, pues su planteamiento de una ética de la liberación, aplicado al campo de la empresa y la economía en una ponencia de 1997 llamada "Ética y administración", aparenta tener una sorprendente capacidad de diálogo con la stakeholder theory de R. Edward Freeman, un diálogo que promete ser fructífero. 

Es mi primer apunte sobre esta posibilidad, como dejo claro en el título de esta entrada. Requerirá de una mayor relectura de los posicionamientos básicos de ambos, lejos de posibles posturas ideológicas antagónicas. 

Sin embargo, voy a tratar de plasmar esa primera intuición que me ha movido a abrir esta entrada en el blog:  

i) Los que conocemos un poco del planteamiento ético del Prof. Dussel sabemos que en su arquitectónica de una ética de la liberación para un mundo global, el primer principio es el material: el respeto a la vida, siendo así que toda decisión, acuerdo, acción, etc. que abogue por la promoción de la vida es ética o ético, y lo que no genere, cree vida, pues irá en contra del primer principio de este planteamiento ético. Creo que este principio material "fuerte" se puede poner en diálogo con el de responsabilidad en la ST de Freeman, más "light", es decir, que si lo lleváramos al extremo, el de la ST debería llegar a la misma conclusión que el principio de la vida. 

ii) Además, la tesis fundamental en la ST de creación de valor como fin de toda actividad empresarial responsable es equiparable con la promoción de vida, pues vida no es sólo supervivencia para Dussel, sino su constante mejora y administración, también responsable. En este sentido, Freeman podría decir que un actuar responsable en la empresa sería aquél que promociona la vida de esa empresa creando valor para todos sus grupos de interés. Sería, por tanto, suicida, no crear valor sino buscar exclusivamente el beneficio económico de forma egoísta y a corto plazo, lo cual es irresponsable e inmoral, y un actuar guiado exclusivamente por una racionalidad estratégica sin regulación por parte del principio material de la vida (fuerte) o de responsabilidad (light). 

iii) Dussel declara explícitamente que los juicios de la ética son de hecho, y no de valor, y que además tienen validez universal, lo cual tiene mucho que ver con lo que Freeman llama la falacia de la separación entre juicios empresariales y juicios éticos, y su complementación con el principio de integración entre ética y negocios (que trato en la primera entrada del blog, en su quinto párrafo). Nuevamente, Freeman no llega tan lejos como Dussel en las implicaciones, porque no está interesado en principio en un proyecto integral ético, sino exclusivamente de los negocios, pero se intuye por dónde podría ir el diálogo y la complementación de ambas posturas.

iv) Ambos están de acuerdo en contemplar el diálogo como el medio por excelencia de la ética.

v) Ambos admiten que todos los afectados deben ser partícipes en la toma de decisiones para que éstas puedan tener validez en sentido ético. 

vi) Ambos, Dussel y Freeman, también tienen en cuenta a las víctimas del sistema económico o de la actividad económica, respectivamente: para el primero, la víctima es marginada en el sistema, para el segundo, es el grupo de interés que sale perdiendo en una toma de decisiones a la hora de crear valor por parte del empresario. Nuevamente, el primero muestra un planteamiento de fondo, el segundo sólo aplicado a una aplicación de la ética en el campo empresarial y económico.

Vemos así que encontramos, tras una primera puesta en común, elementos suficientes para profundizar en el estudio conjunto de ambos planteamientos éticos. 

Sunday, November 28, 2010

CORRUPCIÓN ES EL "SÍNTOMA". LA ÉTICA EMPRESARIAL, ¿EL REMEDIO?

Este es el nivel de corrupción estatal y financiera al que hemos estado sometidos los humanos durante el último siglo. Se que para muchos el documento presentado en esta entrada sonará a teoría conspirativa poco creíble. Sin embrago, esta película no trata de un mito bien presentado que podamos creer o no, sino más bien al contrario aporta hechos muy bien documentados y una narración de los mismos tan sólida que es difícil contraargumentar sin otros hechos que desmientan los aquí presentados.
No es una tarea fácil la que las nuevas generaciones tienen ante sí si quieren vivir en un mundo más libre que el actual. Harán falta dosis extra de coraje moral y unas capacidades de reunión y colaboración a nivel global. Por el momento, Internet sigue siendo una herramienta para la libertad del ser humano. No obstante, la amenaza de control es cada vez más evidente.
¿Qué harán los y las jóvenes ciudadan@s empresarios ante un mundo tan corrupto como el actual? ¿Serán parte de la resistencia moral, o inclinarán sus rodillas y servirán (sabiéndolo o no) al imperio de unos pocos? Una cosa es bien cierta: la verdad no se oculta ya para el que quiera ver. La decisión es tuya.



¡Cambia las reglas del juego!

Se cumplen ya 75 años del que quizás sea el juego de mesa más popular de todos los tiempos: Monopoly. ¿Qué lo hace tan "atractivo"? Veamos. El objetivo es provocar la bancarrota en los oponentes, de manera que una sola persona se quede con la fortuna de los demás: monopolio. Con esta regla fundamental los jugadores deben perseguir estrategias individualistas guiadas por sentimientos tales como la codicia, el egoísmo, la no solidaridad, la falta de compasión. ¿Quiere decir esto que nuestra sociedad es igualmente inmoral? ¿Que la democracia inventada para el desarrollo tecnológico de la Humanidad en el siglo XX no ha traído consigo un desarrollo moral y, por lo tanto, la masa social sigue en un estadío moral bajo? ¿Es por esto que un juego así despierta tantas pasiones también "bajas"? ¿No será que exagero con estas reflexiones, y que de una simple diversión "inocente" como es un juego no se pueden deducir consecuancias para una escala mayor como es lo social? Una simple y rápida búsqueda en Internet permite darnos cuenta de las importantes relaciones entre moral, juegos y educación. Los juegos ayudan a formar nuestro carácter moral. Se podría decir que según juguemos así seremos moralmente, porque los juegos fomentan unos u otros valores, según sigan el esquema egoísta o el prosocial. De esta manera podemos concluir que ser un fan de juegos tipo Monopoly va en contra de valores como la compasión, la justicia y el respeto, y quizás también la responsabilidad y la honestidad, todos ellos valores cuasi-universales según el profesor Rushworth M. Kidder, es decir, que podemos encontrarlos en la mayoría de las culturas formando el núcleo de lo que en cada una de ellas se considera como carácter moral de la persona. 
Entonces, si en toda cultura tenemos que esos son los valores que representan la moralidad, ¿por qué no educamos a las generaciones a través de juegos que nos sirvan para fomentar precisamente esos y no otros valores? ¿Qué hemos hecho entonces al jugar al Monopoly todos estos años? ¿Perder el tiempo? Sí, peligrosamente. Quizás aún podamos salvar algo de su formato, pero cambiándole las reglas, de tal manera que el objetivo final, quien gane, no sea el mayor estratega egoísta, sino el grupo con mayor responsabilidad social a la hora de crear y sostener empresas: el que más empleo genere, el que mayor calidad de productos y de trato ofrezca, el que más labor social haga repercutir en las comunidades afectadas, el que mantega a los mejores proveedores, etc. Pero entonces habría que cambiarle el nombre al juego. De todos modos, ese pequeño sacrificio es mil veces preferible. 
El estado en que vivimos tiene la responsabilidad de promover una educación integral y fomentadora de los valores que generen un carácter moral adecuado en l@s ciudadan@s; adecuado para la infinita creación de valor que aún no ha tenido lugar en nuestro mundo de forma sostenible. Monopoly nunca será un modelo adecuado de juego para esta educación.

Saturday, November 27, 2010

Libro de la semana: STAKEHOLDER THEORY: THE STATE OF THE ART



El profesor R. Edward Freeman, por muchos considerado el padre de la "teoría de los grupos de interés" (así es como se ha traducido al español la stakeholder theory), lleva a cabo en su último libro una pormenorizada revisión de uno de los modelos más influyentes sobre ética empresarial y capitalismo de los últimos treinta años. Doctor en Filosofía y profesor de Business Ethics en la prestigiosa Darden School of Business (Univ. of Virginia), Freeman es uno de los pocos filósofos que ha realizado una vida académica exitosa en el campo de la Administración y Gestión empresarial. No porque muchos otros lo hayan intentado, sino porque a pesar de ser uno de los pocos pensadores a nivel mundial en plantearse la pertinencia de la ética empresarial hace aproximadamente 40 años ahora, su planteamiento ha terminado dando unos frutos inesperados para la relación entre ética y negocios, dos disciplinas que para muchos aún hoy en día parecen no estar en absoluto relacionadas.
La teoría de los grupos de interés, a grosso modo, pretende ser una recuperación del sentido original del capitalismo, tal como lo pensara Adam Smith. Si las empresas en un mercado libre no se dedican a crear valor para esos grupos de interés (empleados, consumidores, financieras, comunidades, distribuidores y administración), sino que se dedican a competir para lograr el máximo beneficio económico sin importar las consecuencias, entonces las condiciones que permitían un juego limpio desaparecen, y el capitalismo por ende se convierte en un sistema perverso. En la mente del empresario el objetivo final debe ser crear valor para todos sus grupos de interés (puestos de trabajos con garantías y beneficios, la máxima calidad en los productos que vende y el excelente trato al cliente, el pago a tiempo del capital solicitado en préstamo, los diversos servicios prestados a la sociedad, etc.) si quiere que su empresa perdure de forma exitosa.
Interesa destacar también dos ideas importantes para los filósofos: i) la llamada tesis de la integración entre ética y negocios (no se puede hablar de negocios sin hablar de ética, no se puede hablar de ética sin hablar de negocios, no se puede hablar de ambos sin referirse a seres humanos); ii) el llamado a los filósofos para que pensemos el mundo de la empresa, tarea aún por realizar ampliamente en nuestra profesión.
En definitiva, un planteamiento clásico, seguramente valedor del premio Nobel, que quizás ahora más que nunca deba cobrar importancia en el mundo de las ideas y de la gestión empresarial al unísono. Lectura altamente recomendable tanto para filósofos como para líderes empresariales.

Thursday, November 25, 2010

THE ISSUE OF EDUCATING ENTREPRENEURIAL CITIZENS

In this entry I aim to achieve a double goal: i) to show as valid and needed the insight that each responsible citizen should at least have the knowledge of how to consolidate a business activity; ii) to bring attention on several issues related with teaching values today.

I assume the following three contexts: i) that the "democratic" State, say, as mere free market regulator and the rule of the majority, has finally exceeded itself, has grown oversized, and thus it poses an obvious threat for the market and, as a result, for the economic freedom of citizens; the same can be said for other areas as health, agriculture, education, culture, etc.; ii) the scenario of a non-existent State in which there is no power to protect citizens rights; iii) that the desired situation is the one in which the State is constrained and limited to protect and promote those rights and liberties, and that such a state is only found in the political concept of Republic (understood as the rule of the law and not the of the majority, which it would be the main differenced if compared with Democracy; in this regard, see the growing malaise within part of the American citizenry that denounces the supplanting of 1776 republic by a "bread and circuses" democracy.)

Why is it so important for the Republic that its own citizens learn a trade, a business activity, instead of simply aiming to be public servants? First, to avoid the State from growing even bigger, and at the same time to minimize the risk of tyranny. Second, to help creating value, which is the main reason for the existence of businesses in a free market, as Adam Smith stated himself. A society driven by core values attached to business activity is always preferable to another society in which an important part of the working force serves the Administration. If you allow me the following analogies, the former can be compared to a healthy, athletic body because of its level of fitness (activity), whereas the latest tends to look more like an obese one that could finally suffer from some sort of cancer or heart failure. The former has to be with the values that the Republic embodies, the latest with oligarchies ruled by elites. In conclusion: there are many other (and perhaps better) ways to "serve" to the common good that do not imply being a public servant. 

If the State does not favor entrepreneurship it will increase the risk of us loosing our rights and liberties. And it is precisely here where education for entrepreneurial citizens is fully relevant. Where to start? What model of entrepreneurial citizen fits best within the Republic? Which one should be his or her aim? Greed? It cannot, otherwise he or she would contribute nothing to the common good. From the stakeholder theory, professor R. Edward Freeman reminds us that capitalism is in essence (and has always been conceived as) a form of human collaboration, and according to Freeman, the best one in human history, because it allows virtually endless value creation. Then, what should define this citizen? Freeman tells us that his or her aim has to be the creation of value for his or her employees, customers, suppliers, financiers, and affected communities. Profit maximization should come second in a businessman's mind. Clearly, Freeman is demanding an important shift in the way current business activity is being carried out. Curiously, this demand claims to recover the original conception of such activity. Therefore, it assumes that an incorrect interpretation or application of capitalism has happened along history, and that it is not necessary to break off with this paradigm of economic production.

Therefore, how should an entrepreneurial citizen behave so he or she could create value through his or her business activity? Again Freeman comes handy here. He says that businessmen and businesswomen should not be taught business without ethics. This is crucial in my opinion. He calls it the "integration" thesis: "(1) it makes no sense to talk about business without talking about ethics; (2) it makes no sense to talk about ethics without talking about business; (3) it makes no sense to talk about either business or ethics without talking about human beings" (from his Stakeholder Theory. A Sate of the Art, 2010.)

Thus, it could be considered irresponsible to bring up entrepreneurial citizens without a high sense, comprehension and experience of certain values, such as the ones pointed out by Adela Cortina (in Ética de la Empresa. Hacia una nueva cultura empresarial): "quality in products and in management, honesty in service, mutual respect both inside and outside the businesses they run, cooperation or team work, creativity, entrepreneurship and the spirit of risk" (as quoted in the doctoral thesis of professor Elsa González, La responsabilidad moral de la empresa, 2001, p. 119).

Also, Freeman reminds us that it would be highly desirable to teach values, concepts and experiences relevant to business ethics from an early age, maybe since primary education, and not to wait until graduate school. This should be considered within the broader dimension of moral or character teaching. In this regard, I agree with professor Cortina when she points at education as the answer to the decisive Hobbes question of how to convince individuals to be moral, act morally (in her important paper "La educación del hombre y del ciudadano", 1995). Nevertheless, we should not forget that education remains strongly institutionalized in the case of context i) as described above, while in the case of context ii) education as a right of citizens would just simply not exist. And many of us could think that in both cases the same thing happens in the end: an authentic education in values is missing. Consequently, it should not surprise us the growing phenomenon of homeschooling in countries like the United States, which is a clear indicator that there is an increasing number of parents disappointed with the public educational system, and that they act as responsible citizens concerned about the comprehensive education of their children by creating alternative educational communities. 

In conclusion, yes to education, but of quality (and not junk education which, as it happens with junk food, it has no nutrients and causes unwanted side effects). And if the State is not providing such quality education, citizens have the moral obligation of either finding it out of the establishment or creating it themselves.   

Monday, November 15, 2010

EL ASUNTO DE LA EDUCACIÓN PARA CIUDADANOS EMPRESARIOS











En esta entrada me propongo un doble objetivo: i) mostrar como válida y necesaria la intuición de que todo ciudadano responsable y comprometido con su sociedad debería al menos tener un conocimiento teórico de cómo consolidar una actividad empresarial propia; ii) llamar la atención sobre ciertos aspectos de la educación en valores hoy en día. 


Asumo los siguientes contextos: i) que el Estado "democrático" como mero regulador del mercado libre finalmente se ha excedido, ha crecido en proporciones no deseadas, y que finalmente supone una clara amenaza para el mercado y, por lo tanto, para las libertades económicas de los ciudadanos; lo mismo aplica en otras áreas: salud, agricultura, educación, cultura, etc.; ii) que el Estado sea tan inexistente que sea incapaz de proteger los derechos de los ciudadanos: iii) que un Estado limitado a cumplir la función de garante de esos derechos y libertades es deseable, y que un tal Estado se encuentra únicamente en forma de República (entendida ésta como el gobierno de la ley, diferenciada de la democracia, caracterizada más bien por el gobierno de la voluntad mayoritaria; en este sentido, observar el malestar de un sector cada vez mayor de la ciudadanía estadounidense, que denuncia la suplantación de la república fundada en 1776 por una democracia poco más que de "pan y circo").

¿Por qué es de vital importancia para la República que sus ciudadanos aprendan un oficio, una actividad empresarial, y no simplemente aspiren a puestos de trabajo en el funcionariado? La primera respuesta es: para evitar que el tamaño del Estado aumente, y a la vez ayudar a minimizar el riesgo de tiranía. La segunda: para colaborar en la creación de valor, principal motivo de la existencia de empresas en un mercado libre, tal y como lo expresara el mismo Adam Smith. Un modelo de sociedad impulsada por los valores inherentes a la actividad empresarial en un mercado libre es siempre preferible a otro modelo social en el que una parte importante de la ciudadanía sirva al Estado ocupando puestos en la Administración. Si se me permiten las analogías, el primero se asemeja a un cuerpo sano y atlético porque es activo, mientras que el segundo tiende a la obesidad y, en última instancia, a una muerte prematura causada por cancer o infarto. El primero tiene que ver con los valores de la República, el segundo más bien con las oligarquías gobernadas por elites. Conclusión: hay muchas otras (y quizás mejores) formas de "servir" al bien común que no implican aprobar unas oposiciones. 

Si el Estado no favorece la iniciativa empresarial el riesgo de pérdida de derechos y libertades aumenta. Y es aquí donde el asunto de la educación para ciudadanos empresarios cobra su relevancia. ¿Por dónde comenzar? ¿Qué modelo de ciudadano empresario es deseable para la República? ¿Cuál debe ser su motivación principal? ¿La codicia, la avaricia? No, pues en nada contribuiría este hombre o esta mujer al bien común. Desde la stakehold theory, R. Edward Freeman nos recuerda que el capitalismo es en esencia (y siempre fue concebido como tal) un modelo de colaboración humana, en su opinión, el mejor en la historia de la Humanidad, porque posibilita una creación de valor virtualmente infinita. ¿Cómo debemos pues concebir al ciudadano empresario? Según Freeman, la motivación principal de este individuo de la sociedad tiene que ser la creación de valor para sus empleados, clientes, proveedores, financieros y comunidades relacionadas con su actividad. La maximización de los ingresos debe venir después en la mente del empresario. Obviamente, esto implica un cambio considerable en la concepción de la actividad empresarial con respecto a cómo se viene desarrollando hasta ahora. Lo curioso es que dicho cambio reclama recuperar el sentido original (de origen) de dicha actividad. Asume, por tanto, que se ha producido una mala interpretación o aplicación en algún momento del proceso histórico de "capitalización" pero no cree necesario romper con este paradigma de producción económica. 

Entonces, ¿cómo debe comportarse el ciudadano empresario para ser capaz de crear valor a través de su actividad empresarial? Nuevamente para Freeman, los hombres y las mujeres de negocios no pueden aprender de negocios sin aprender de ética. Esto me parece de crucial importancia. Él lo llama el "principio de integración": i) no tiene sentido hablar de empresa y economía (business) sin hablar de ética, ii) no tiene sentido hablar de ética sin hablar de empresa y economía, iii) no tiene sentido hablar de ambas sin hablar de seres humanos (en su Stakeholder Theory. A State of the Art, 2010). 

Se podría entonces considerar como irresponsable formar ciudadanos empresarios sin un alto sentido, comprensión y vivencia de valores como los señalados por la profesora Adela Cortina (en Ética de la Empresa. Hacia una nueva cultura empresarial): "la calidad en los productos y en la gestión, la honradez en el servicio, el mutuo respeto, en las relaciones internas y externas a la empresa, la cooperación o trabajo en equipo, la creatividad, la iniciativa y el espíritu de riesgo como los más importantes" (tal y como se citan en la tesis doctoral de la profesora Elsa González, La responsabilidad moral de la empresa, 2001, p. 119). 

Freeman señala que sería importante ir enseñando valores, conceptos, prácticas inherentes de la ética empresarial desde una edad temprana, quizás desde la primaria, y no dejarlo para los postgrados, lo cual debería, a mi juicio, enmarcarse en la dimensión más amplia de la enseñanza moral. Estoy de acuerdo con la profesora Adela Cortina cuando apunta a la educación como respuesta a la decisiva pregunta hobbesiana de cómo interesar a los individuos en la moralidad (en su importante artículo "La educación del hombre y del ciudadano", 1995). No obstante, no debemos olvidar que la educación permanece fuertemente institucionalizada en el caso del contexto i), mientras que en el contexto ii) la educación como derecho de los ciudadanos simplemente no existiría. Muchos podríamos pensar que, en este caso, lo que ocurre en ambos contextos definidos al principio de esta entrada es lo mismo: una auténtica educación en valores no está presente. No debe extrañar por tanto el creciente fenómeno del homeschooling en países como los Estados Unidos, lo cual indica que cada vez hay más padres descontentos con la escuela pública, y actúan como ciudadanos responsables preocupados por la educación integral de sus hijos, creando comunidades educativas alternativas. 

A modo de conclusión, sí a la educación, pero de calidad (no por tanto a la junk education que, como sucede con el tipo de comida que lleva asociado el mismo adjetivo en inglés, no contiene nutrientes y causa efectos secundarios no deseados). Y cuando el Estado no proporcione dicha calidad, los ciudadanos tienen la obligación de buscarla fuera del modelo educativo oficial o generarla ellos mismos. 


José Manuel Carballido Cordero, licenciado en filosofía, profesor Colegio San Ignacio y Universidad ITM, Medellín, Colombia.