El profesor R. Edward Freeman, por muchos considerado el padre de la "teoría de los grupos de interés" (así es como se ha traducido al español la stakeholder theory), lleva a cabo en su último libro una pormenorizada revisión de uno de los modelos más influyentes sobre ética empresarial y capitalismo de los últimos treinta años. Doctor en Filosofía y profesor de Business Ethics en la prestigiosa Darden School of Business (Univ. of Virginia), Freeman es uno de los pocos filósofos que ha realizado una vida académica exitosa en el campo de la Administración y Gestión empresarial. No porque muchos otros lo hayan intentado, sino porque a pesar de ser uno de los pocos pensadores a nivel mundial en plantearse la pertinencia de la ética empresarial hace aproximadamente 40 años ahora, su planteamiento ha terminado dando unos frutos inesperados para la relación entre ética y negocios, dos disciplinas que para muchos aún hoy en día parecen no estar en absoluto relacionadas.
La teoría de los grupos de interés, a grosso modo, pretende ser una recuperación del sentido original del capitalismo, tal como lo pensara Adam Smith. Si las empresas en un mercado libre no se dedican a crear valor para esos grupos de interés (empleados, consumidores, financieras, comunidades, distribuidores y administración), sino que se dedican a competir para lograr el máximo beneficio económico sin importar las consecuencias, entonces las condiciones que permitían un juego limpio desaparecen, y el capitalismo por ende se convierte en un sistema perverso. En la mente del empresario el objetivo final debe ser crear valor para todos sus grupos de interés (puestos de trabajos con garantías y beneficios, la máxima calidad en los productos que vende y el excelente trato al cliente, el pago a tiempo del capital solicitado en préstamo, los diversos servicios prestados a la sociedad, etc.) si quiere que su empresa perdure de forma exitosa.
Interesa destacar también dos ideas importantes para los filósofos: i) la llamada tesis de la integración entre ética y negocios (no se puede hablar de negocios sin hablar de ética, no se puede hablar de ética sin hablar de negocios, no se puede hablar de ambos sin referirse a seres humanos); ii) el llamado a los filósofos para que pensemos el mundo de la empresa, tarea aún por realizar ampliamente en nuestra profesión.
En definitiva, un planteamiento clásico, seguramente valedor del premio Nobel, que quizás ahora más que nunca deba cobrar importancia en el mundo de las ideas y de la gestión empresarial al unísono. Lectura altamente recomendable tanto para filósofos como para líderes empresariales.
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